Al emprender o establecer nuestro propio negocio en la industria, es crucial alcanzar nuestros objetivos, los cuales suelen ser reconocidos por nuestros posibles clientes. Este es el verdadero desafío. Ya sea con tu logotipo, producto o servicio, es esencial abordar la cuestión visualmente hablando:
¿Cómo lograr que funcione? Para cualquier elemento visual que integres a tu negocio, producto o servicio, debes considerar que debe satisfacer las necesidades de quienes lo consumirán, verán o usarán, tanto para ti como para el cliente final. Veamos tres ejemplos:
Tu logo: ¿Funciona para que alguien que confunde figuras pueda relacionarlo con lo que produces o a lo que te dedicas? ¿Los colores son agradables a la vista a distancia? ¿Se destaca y se relaciona con tu sector? ¿Las proporciones en las que lo colocarás son efectivas si los espacios son cuadrados o rectangulares? Si esta evaluación confirma que tu logo cumple con los requisitos, estás en el camino correcto; de lo contrario, es necesario ajustar esas funcionalidades.
Producto o servicio: ¿Tu producto satisface las necesidades de tu público? ¿Su función alivia un problema o necesidad? Supongamos que tu producto se venderá en un mercado donde necesita ser instalado. ¿Funciona como lo estás presentando? ¿Cumple su función según la forma en que lo estás vendiendo? ¿Es funcional para tu público? Debe ser eficiente donde el esfuerzo sea mínimo y su instalación o consumo sea práctico.
Con frecuencia nos topamos con ideas grandiosas que podrían ser la solución perfecta para nuestros clientes, empresa o mercado objetivo, pero a veces, simplemente no son factibles. ¿A qué nos referimos con ‘no es factible’? Tenemos que descubrir si es viable, por ejemplo, al diseñar. ¿Es factible en términos de costos, diseño, producción y desarrollo? Si todo está a nuestro favor, lo llevamos a cabo. Pero, ¿qué sucede cuando no es factible?
La clave para hacerlo factible radica en reconocer que cada negocio que iniciamos o diseño que creamos debe tener una funcionalidad que sea factible y viable para nuestro presupuesto, tanto en términos de costos como en su propósito real para nuestro mercado o empresa. Por más funcional que sea, si no es factible o viable, no podrá materializarse. ¿Por qué? Bueno, ¿has notado que muchas aplicaciones que descargas en su versión beta o gratuita no son factibles? Aunque sean funcionales, no generan el impacto esperado porque no son tan viables en términos de diseño ergonómico o de acomodo. Aunque hayan sido funcionales, todo el esfuerzo invertido no se traduce en la satisfacción de la factibilidad. No resuelven un problema ni resultan viables en términos de la inversión de tiempo, esfuerzo y dinero tanto para el desarrollador como para el usuario final.
¿Cómo lograr que sea factible? Debes asegurarte de que todo, tanto para ti como para tus clientes, no solo represente un gasto de dinero para desarrollar un producto o idea, sino que sea una inversión real que multiplique tus números después. Esto aplica tanto para la inversión en un logo, un producto o un servicio. La inversión de tu tiempo, esfuerzo y dinero debe ser una inversión, no un gasto. Descubrirás si encuentras el equilibrio entre ser funcional y factible. ¿Me pagarán por esto? Sí, ¿y además, me dejará una utilidad? También. Entonces, estamos del otro lado.
Sabemos que todo negocio, producto o emprendimiento debe ser funcional y factible. Pero, más allá de eso, queremos que sea fantástico. Necesita destacar del montón y ser algo más que simplemente resolver un problema o necesidad; debe ser atractivo. Tomemos tu logo como ejemplo. Debe tener todas las cualidades mencionadas anteriormente, pero además, tiene que ser fantástico. La experiencia de verlo debe ser memorable, y el uso de tu producto debe ser tan impresionante que la gente quiera exhibirlo en algún lugar visible, no solo porque funciona, sino porque es extraordinario.
Ahora, la pregunta es: ¿cómo hacerlo fantástico? Creemos que hacerlo fantástico implica hacerlo memorable, y para eso, recurrimos a un recurso eficaz y eficiente: un diseño hermoso. Ya sea para tu producto, un espacio, un logo o una identidad, no solo deben ser viables en costos y funcionales en la vida del consumidor, sino también fantásticos, atractivos para el uso humano, de manera que la gente quiera consumirlos y admirarlos.
Cuando combinamos estos tres conceptos en nuestro emprendimiento, negocio, producto o imagen, nuestros clientes se convierten en nuestros mejores vendedores. Clientes que te recomiendan gracias a la experiencia única que vivieron, donde esas tres funciones realmente no tienen precio.